Cinco años.
Ese es el tiempo que me llevó encontrarla. Cinco años después de que mi mundo se hiciera añicos, dejándome como un hombre marcado y roto.
Para entonces, la chica que conocí se había ido. En su lugar había una mujer. Una que parecía un ángel.
Un ángel imposible y hermoso. Maté por ella.
Empapé mis manos en la sangre de aquellos que la hirieron y la rescaté del infierno.
Pero el infierno tiene una forma de seguirte.
Convertirse en una parte de ti. Tal vez la única parte que reconoces.
Tenía toda la intención de traerla a casa. Liberarla. Juro que lo hice. Pero los hombres que la secuestraron hace años aún no habían terminado con ella. No se detendrían ante nada para recuperarla. Y yo mataría a cualquier hombre que intentara quitármela.
Ella me llama su ángel vengador. Pero yo sé la verdad. No soy un ángel.
Porque aunque me diga a mí mismo que la estoy protegiendo, sé una cosa con seguridad.
Yo también soy un monstruo. No mejor que ellos. Porque al igual que ellos, nunca la dejaré ir.